Siria, sumida en el caos tras cuatro días de violencia inaudita desde la caída de Al Asad

En cuatro días de violencia inaudita desde la caída del régimen de Bachar al Asad, más de mil personas han muerto en las regiones del oeste de Siria de mayoría alauita, entre ellas unos 740 civiles pertenecientes a esta minoría religiosa que han sido ejecutados y asesinados «a sangre fría», según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
La ONG, con sede en el Reino Unido y una amplia red de colaboradores en el terreno, reporta que al menos 1.018 personas han muerto desde el jueves en las provincias costeras de Latakia y Tartús -feudos de la comunidad alauita y de Al Asad-, así como en las demarcaciones centrales de Hama y Homs, escenario de unos de los acontecimientos más sangrientos de los últimos años.
La violencia estalló el jueves, cuando grupos leales a Al Asad emboscaron y mataron en Latakia a decenas de efectivos de seguridad de la nueva administración de Damasco, algo que derivó en intensos enfrentamientos y en una posterior campaña de represión contra la población alauita.
Insurgencia pro Al Asad
Desde la caída del anterior régimen, varios grupos de exmilitares leales a Al Asad han efectuado ataques esporádicos contra las nuevas autoridades, pero la emboscada de este jueves fue la primera operación a gran escala y la más sangrienta desde el pasado 8 de diciembre.
Cientos de personas salieron a las calles de varias provincias sirias el jueves y el viernes para expresar su apoyo a las fuerzas de seguridad y denunciar los ataques de los remanentes del exrégimen.
Según medios de comunicación sirios y grupos de activistas, la insurgencia pro Al Asad está liderada por el comandante Ghiath Dalla, una de las figuras militares más prominentes del antiguo régimen y muy próximo al expresidente, que habría fundado un grupo llamado ‘Consejo Militar para la Liberación de Siria’.
Su principal objetivo, según recoge la prensa local, es la «liberación total del territorio sirio de todas las fuerzas ocupantes y terroristas», en referencia a la alianza islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS), que derrocó a Al Asad en una fugaz ofensiva de apenas dos semanas.
Esa alianza, ya disuelta e integrada en las fuerzas de seguridad del nuevo Gobierno, es la heredera del Frente Al Nusra, la exfilial de la organización Al Qaeda en Siria, y está apoyada también por una serie de grupos islamistas proturcos acusados de cometer todo tipo de crímenes de guerra durante los 14 años de conflicto en Siria.