Cuando el coronavirus no se va: un 10 % de quien enfermó desarrolla covid persistente

Eliana Souza do Nascimento, una brasileña de 64 años, lleva cinco años sin poder respirar por sí misma. Contrajo covid-19 durante la pandemia y la fibrosis pulmonar que le causó le hace estar las 24 horas del día pegada a una botella de oxígeno. Como ella, el 10 % de quienes contrajeron el virus, ahora tienen covid persistente.
“Yo era una persona muy activa, me gustaba trabajar, nunca paraba, ni siquiera en casa ni en el trabajo. Me pegó durísimo”, dice a EFE Eliana, anclada en un sillón de su casa en Manaos, la ciudad brasileña más golpeada por la crisis de oxígeno que vivió durante la pandemia el Brasil de Jair Bolsonaro, quien se mantuvo en posturas negacionistas cuando en su país murieron más de 670.000 personas.
Esta mujer tiene el 80 % de sus pulmones afectados y depende de su marido para ir al baño, ducharse y hacer cualquier actividad. Pero no es solo lo físico, también tuvieron que vender su coche y las facturas del hospital los llenaron de deudas. Incluso ahora la medicación le cuesta unos 3.500 dólares, una fortuna para esta familia humilde.
Las mascarillas, las tomas de temperatura, los incómodos palitos para tomar muestras nasales… Todas las medidas que se volvieron cotidianas, cinco años después de que comenzara la pandemia parecen olvidadas, pero para muchas personas el covid-19 sigue siendo su día a día, se han vuelto enfermos crónicos.
Síntomas diversos
Las últimas estimaciones muestran que aproximadamente una de cada diez personas que tuvo el virus podría desarrollar covid-19. “Los pocos estudios clínicos existentes indican que (…) algunas personas pueden mejorar con el tiempo, otras permanecen con deficiencias estables, otras fluctúan y otras tienen empeoramientos con el tiempo”, explica a EFE Jacqueline H. Becker, profesora asistente de la Escuela Icahn de Medicina en Monte Sinaí (Nueva York).
No todos los pacientes con covid-19 persistente son como Eliana. Los síntomas más comunes son los deterioros cognitivos (como nebulosa cerebral), disnea, mareos, trastornos de sueño, dolores articulares y musculares y problemas gastrointestinales.
También es común quienes viven agotados, incapaces de trabajar o hacer cualquier tipo de esfuerzo. Es el caso de Sandra Guerrero, quien figura entre los 2,06 millones de enfermos de covid persistente diagnosticados en Francia.
Sandra, de 50 años, se contagió de covid-19 en un viaje a Guatemala en octubre de 2020 y tuvo que esperar 14 meses para tener un diagnóstico de lo que le sucedía: «Por una parte, fue un alivio porque era mucho tiempo errando de médico en médico. Pero por otro, preocupa, porque no sabes cuándo se pasará la enfermedad», reconoce a EFE.
Esta profesora de guitarra, que antes de la infección no había padecido ningún problema importante de salud, tiene, actualmente, una invalidez laboral del 75 % debido al cansancio persistente que sufre, lo que le permite trabajar «como máximo entre tres o cuatro horas por semana».
Ha tenido que reorientar su vida, es responsable en la región de Occitania de la asociación francesa sobre el covid persistente ‘Apresj20’ y ahora ayuda a pacientes a adaptarse.
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